Benito Moreno (Sevilla, 1940), pintor y
cantautor heterodoxo, malditísimo y casi desconocido.
Desde el 55 al 58 estudio Arte Dramático en
el Conservatorio. Descubrió a Miguel Hernández recitado por jóvenes
del pueblo, con el acento de trilla, de era, casi canción. Lorca,
Juan Ramón..., Machado, la poesía en cascada. Todo nuevo, todo
bueno. Al mismo tiempo frecuentó un tablao flamenco y nocturno, “El
Guajiro”. Convenció al guitarrista del cuadro para que me diera
clases de guitarra flamenca y así lo hizo.
En el Conservatorio se enteró de que en de
Filosofía estaban buscando actores para montar una obra de Lorca. Se
presento al director del grupo, Agustín García Calvo. Él le hizo
escuchar el primer LP de Georges Brassens en aquella Sevilla.
Trabajaron casi un año montando “Los títeres de cachiporra”.
Agustín les inventaba el teatro cada día. Estuvo la sobrina de
Lorca como invitada, el estreno fue un éxito. Se corrió la voz por
otras Universidades que los invitaban para que le llevaran el
espectáculo. Se habló tanto del estreno de la obra de Lorca en
Sevilla que a los dos días en el tablón de anuncios se leía la
orden gubernamental de su prohibición en todo el territorio
nacional. Hizo el Servicio Militar y se fue. Era 1962,
primero Madrid, y después a Barcelona y Paris.
París le pareció demasiado y sin el idioma
no sabía por donde meterse, además no conocía a nadie. Pero lo que
le interesaba no era París sino su cultura, su poesía y su cine,
sus canciones que fueron poco a poco concretizando. Contaba con la
guitarra que tocaba en ciertos momentos de melancolía y con la
poesía que le guiaba en otros. Algunos amigos residentes en Madrid
le animan para que vuelva y pruebe la vida en la capital que
efectivamente empezaba a animarse. Tenía ganas de ver de cerca como
iba el monstruo indolente, vivir con quienes se atrevían a
cuestionar al dueño de aquella España acotada y alquilada a los
norteamericanos
Pidió un permiso de dos años en donde daba
clases y se vienieron a vivir a Madrid en el año 71 (eran cuatro,
madre, padre, hija e hijo). Colaboró como fotógrafo en la
revista musical Discóbolo que dirigían Alfonso Eduardo y Antonio D.
Olano. Miguel Ríos cantaba a Machado en rock y con acento americano
antes de encontrarse con el “Himno a la alegría”. Su hermano
Josele sonaba con Los Payos y su “María Isabel”. Y él empezaba
a componer. Josele le pide una canción para Los Payos, y le compone
“No tengo tiempo”, la graban y queda bien en el estilo del grupo.
Los Romances aparecen (1975) e
inmediatamente son prohibidos en la radio. La promoción se tuvo que
improvisar pues con la cara B, “España huele a pueblo”. Todavía
no comprende por qué prohibieron esas canciones que narraban lo que
la prensa había contado, sin inventar nada ni condenar a nadie.
Con el disco bajo el brazo me fue a Sevilla.
Hace promoción. Todas las FM como en Madrid, y se encuentra con
Carlos Cano que llega de Granada, también con un montón de
canciones entre pecho y espalda. Luis Baquero tiene el agrado y la
paciencia de escucharnos. Le gusta. Comprende que aquello es nuevo,
una canción andaluza sin Carmen ni señorito, sin castañuelas, una
persona sola con una guitarra, una silla y una voz. Luis prepara el
concierto. La sala del Lope de Vega se llenó de sindicalistas
esperanzados, de políticos en la sombra, de periodistas
experimentados en el aguante. Baquero grabó todo el recital para
seguir poniéndolo en la radio. Los estruendosos aplausos apenas si
nos dejaban terminar las canciones. Salieron por la puerta grande.
Después de varios conciertos en los
desangelados salones de las sedes sindicales fueron a cantar a
Córdoba. Después Carlos se fue para grabar su primer LP “A duras
penas” y él se volvió a Bretaña. Cuando salió “Ellos…y
ella” compartío cartel con Pablo Guerrero en el Monumental de
Madrid. A veces le prohibían el concierto justo antes de empezar, ya
con el público esperando y ante las puertas cerradas del teatro se
subía a una mesa y cantaba a través de un megáfono en plena calle.
Cuando hizo el cuarto disco, Movieplay
desapareció como firma. Y Gonzalo no sabía si iba a seguir con
Columbia (1982) le produjo un disco de sevillanas “A Sevilla” que
hizo con Gualberto, que ni se promocionó, ni se hizo bien, ni tuvo
buena acogida. En Sevilla hizo con el sello Senador un par de
discos. Y aquí terminó todo.
BENITO MORENO – ESPAÑA HUELE A PUEBLO
BENITO MORENO – ESOS SEÑORES TAN SERI
BENITO MORENO – LA PRIMAVERA
BENITO MORENO - BÉCQUER
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